domingo, 21 de agosto de 2011

Zorzales en mi jardín


Dos especies de zorzales[i] frecuentan el jardín de mi casa en El Prado.

Siempre me ha  sorprendido la cantidad de zorzales comunes[ii] que uno puede ver en las plazas céntricas de Buenos Aires a pocos metros de la Avenida  Nueve de Julio. En cualquiera  se les ve; y si uno marcha hacia el barrio Norte o a la Recoleta, abundan por doquier. Los antiguos y enormes árboles que pueblan esas plazas y los espacios verdes de parques y jardines, también profusamente arbolados, justifican su presencia; tanto, como la proximidad de la costanera del Plata y el delta del Paraná.

Pero en Montevideo no es tan así.                                                                        

El Prado, constituye un parque de más de cien hectáreas que, si bien con lamentable criterio municipal fue mermado por tres estadios de fútbol (Bella Vista, Wanderers y River Plate), un club de tenis (Círculo de Tenis de Montevideo) y otro de baloncesto (Estocolmo) y por las instalaciones de Radiopatrulla, la Teletón, etc.; aún conserva la majestuosidad que le brindaron Buschental, Castro y otros de sus primitivos  pobladores, al intercalar entre especies autóctonas, muchas otras exóticas que en su afán de embellecerlo añadieron con generosa prodigalidad.

El Jardín Botánico es el núcleo que  atesora lo mejor de la  maravillosa heredad novecentista, que atraviesa el Arroyo Miguelete en su curso final hacia el Estuario.

Ese rincón privilegiado, desde hace algunos años se denomina con justicia  Prof.  Atilio Lombardo en memoria del gran estudioso que investigó y catalogó miles de especies vegetales, enseñó y generó allí mismo, un centro de cultura y expansión ciudadana excepcional, dejándonos además  una trascendente obra escrita sobre botánica.

El Miguelete, con su amplia cuenca, proviene del departamento de Canelones y  recoge las  aguas de múltiples afluentes que descienden  por zanjones y cursos entubados por razones edilicias, que han dejado en la superficie vestigios  de su pasado agreste y de su presente condicionado. Así, vemos ombúes centenarios que se hallan junto al caudal principal, hoy canalizado en su parte inferior, y otros que aparecen salpicados en el entorno, en las cercanías del monumento a la Diligencia, frente al Club Bellavista, en  la loma del Círculo de Tenis, o bien,  refugiados en los fondos de algunas casas de la calle Irigoitía.

Si vamos un poco más allá, donde serpenteaba el famoso arroyo Quitacalzones, éste nos dejó la anchura de la Avenida Juan Carlos Blanco y cercenó por detrás de la Fuente Matutina el fondo de la casa de los Requena, para llegar encajonado por debajo de Adolfo Berro a tributar  al Miguelete y a  través de él, al Río de la Plata.

El Botánico, cuenta con muchísimas especies de aves silvestres y por supuesto dos zorzales que son: el común y el sabiá[iii].

Si bien ya desde el  siglo XIX los antiguos naturalistas han identificado la  familia y el género que agrupan a estas especies, las descripciones de los ornitólogos, a pesar  de ser aves fáciles de observar en nuestro país y en la Argentina, difieren en ciertas apreciaciones.

Por lo tanto, bien vale comparar algunos datos.
El sutil maestro W.H. Hudson en su obra Aves del Plata (1920)[iv] se refiere al Sabiá[v], con bellas y precisas palabras, de las cuales destaco:

“Este Zorzal (chalchalero[vi]), el mejor cantor que más se asemeja a nuestro Malvís[vii] o Zorzal cantor, se encuentra vastamente distribuido en Sudamérica y se extiende, hacia el sud, hasta Buenos Aires, en donde es muy común en los montes de árboles a lo largo del río de la Plata. Es tímido, se alimenta de frutas, lombrices de tierra e insectos. De movimientos abruptos, corre con rapidez por el suelo, con el pico levantado. A intervalos, se para y mueve la cola. De temperamento peleador y vuelo resistente, nunca vuela por sobre los árboles, sino que lo hace entre las sombras. Aun a la distancia se lo puede distinguir con facilidad de otras especies, por su peculiar gorjeo corto y metálico – melodioso sonido que emite antes de volar y que indica alarma o curiosidad – tan distinto a los ásperos chillidos de alarma de los otros Túrdidos de este distrito …………………….
Entre nosotros, en el clima templado de Buenos Aires en donde comienza a cantar en setiembre, tiene el canto más delicado de todas la aves de esta región que yo conozco, con excepción de la Calandria de tres colas, Mimus triurus. Como el Malvís inglés, pero a diferencia de sus vecinos el Zorzal colorado y el Zorzal de la Patagonia se posa para cantar, en la cima de un árbol. Sin embargo su canto no es emitido como el del ave inglesa que es tan fragmentado y, de acuerdo a la descripción, hecho de ‘actitudes y posiciones vocales’. Las dos aves difieren tanto en voz como en el modo de ser. Las melodías del Zorzal (chalchalero) surgen en una corriente continua, con todo el apuro y libertad de las de la Alondra; pero aunque emitidas con tanta rapidez, cada nota es clara y distinta y la voz en extremo dulce y de largo alcance. A intervalos, durante el canto, se repite una nota de dos silabas, puramente metálica; y su claro tilín-tilín, parecido al de una campana, resulta siempre una agradable sorpresa para el que escucha, pues suena como un acompañamiento musical para el canto.
Este es, en su conjunto, muy hermoso, residiendo su particular hechizo en que parece combinar dos cualidades opuestas del canto de las aves; tristeza y alegría……………………………………….
Es probable que se deba a sus hábitos de reclusión, el hecho de que su excelente canto no haya sido escuchado hasta ahora.- Azara tal vez lo confundió con el del Turdus rufiventris, un cantor muy inferior……………………………………………………………
Creo que este Zorzal (chalchalero) tiene una migración parcial en Buenos Aires. En otoño e invierno, lo he visto con frecuencia en localidades en donde nunca se lo ve en verano.

Narosky, quien describe en su Guía el género Turdus con su característica concisión, seguridad y contundencia de gran ornitólogo de campo, comparable en tiempos modernos, a la de su admirado antecesor, señala:

Turdus: Terrícolas y en arbustos – A menudo ocultos – Buscan la sombra – Balanceo caudal. Parecidos entre sí – Párpado amarillo -…-Dorso pardo oliváceo y garganta estriada[viii]...

Sin embargo, este autor que considera a Hudsonel gran naturalista del Plata’, sostiene erróneamente  que éste consideraba como mejor canto el de  la Calandria Grande, Mimus saturninus - (calandria común, en Uruguay), cualidad que como se transcribió más arriba el naturalista otorgaba a la Calandria de tres colas, Mimus triurus. (Ver Cien Aves Argentinas – Canevari, Narosky et al., Editorial Albatros, 1995,  pág. 96).

Narosky también descalifica el segundo lugar (después de mimus triurus), que el naturalista anglo-argentino concedió al Zorzal (chalchalero),  tras justificar de manera conceptuosa su calidad superior en relación al del Zorzal colorado, (ver subrayados ut-supra). En su Guía…  señala:

Zorzal Chalchalero….Canto menos dulce que el del zorzal colorado – Voz puk. – Agudo maullido – En vuelo psib.[ix]

Hudson (opus cit. Pág.25) opina de la voz del zorzal colorado:

El canto tiene una vaga semejanza con el del Malvís, estando compuesto de una variedad de notas desconectadas entre sí con pausas frecuentes pero es tanto en dulzura como en potencia, inferior al del ave inglesa.  Es pobre para un zorzal y es probable que el ave lo sepa, pues canta escondida en un tupido árbol o arbusto.

En cambio, Narosky en su Guía… (opus cit. pág. 249) anota:

Zorzal colorado… Repetido y melodioso coro.. chiré.. desde el alba. Fuerte dru..uip.. y otras voces.

Y, con mayor precisión, en Cien Aves Argentinas (opus cit. Pág. 97) agrega:

Al llegar la primavera, en cualquier momento del día o de la noche, pero especialmente antes del amanecer o con las primeras claridades, nos deleita con sus melodiosos silbos. Este canto, compuesto por notas sencillas, dulces y potentes se puede oír hasta en el corazón de la gran ciudad.

Por mis observaciones, ambos pájaros son muy atraídos por los frutos de nuestros árboles indígenas, como el arazá y la pitanga, debajo de las cuales abundan al atardecer, especialmente en época de verano, con la fructificación. Comen lombrices con fruición y si bien el zorzal común   - sin duda- gusta del piso umbrío y húmedo, en nuestro jardín muy reparado es más audaz que en otros lugares, y va y viene, sobre todo en período reproductivo. El sabiá desciende también seguro y corretea en nuestro jardín trasero al atardecer, alimentándose.

Pero los grandes conciertos ya desde antes de la madrugada se oyen junto a la ventana de mi dormitorio, donde se han adaptado a permanecer en una frondosa rosa de la china[x] o alternar en el ceibo[xi] florecido en primavera y verano, pues el jardín del frente recibe por su orientación siempre los primeros rayos del sol.

No corresponde a un neófito en su estudio, discutir la calidad comparativa del canto de estas aves,  después de opiniones tan versadas como las recogidas en este artículo, pero – aún teniendo mi opinión bien  formada - por los cantos disfrutados en cercanía, debo remitir a quien quiera oírlos, al sitio Web XENOCANTO,  donde podrá apreciar registros obtenidos en diversos países de la región neotropical, incluido el nuestro.

EdS
6 de enero de 2010


[i] Nombre común del  grupo de especies  incluidas en  la Familia Muscicapidae, Sub-Familia Turdinae (E.Arballo & J. Cravino, Aves del Uruguay – Manual Ornitológico (1999), cuya Lista sistemática  sigue en  el Orden Passeriformes, la secuencia de Ridgely (1994). T. Narosky & D. Yzurieta en su Guía para la Identificación de Aves de Argentina y Uruguay (Edición De Oro 15ª 2003), siguiendo un criterio tradicional, denominan esta familia Turdidae.
[ii] Turdus rufiventris. Arballo & Cravino (opus cit. Página 31) usan el nombre de zorzal común. Narosky & Yzurieta  usan el nombre vulgar de zorzal colorado.
[iii] Turdus amaurochalinus. Narosky (opus cit.) lo incluye con el nombre vulgar de  “zorzal chalchalero”
[iv] Aves del Plata por W.H.Hudson, traducción y notas de H.C.Mangonnet de Gollan y J.S.Gollan. Libros de Hispanoamérica – 1ª edición en castellano –  Sep. 1984. Ver “Zorzal Pardo” - pág. 23.

[v] En Argentina se le llama zorzal chalchalero (N & Y, opus cit. Pág. 249)
[vi] Entre paréntesis: aclaración  hecha por el articulista, que corrobora la identificación del nombre vulgar de la especie, establecida por los traductores de la obra de la cual se extrajo esta cita.
[vii] Especie de tordo europeo.
[viii] La letra en negrita de la nota en N & Y (opus cit.)  corresponde a rasgos especialmente distintivos del taxón.
[ix] N & Y, opus cit. Pág. 249. La letra en negrita denota que corresponde a rasgos especialmente distintivos del taxón.

[x] Hibiscus Rosa-sinensis
[xi] Erythrina cristagalli

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